LA LLUVIA VENDRA. Gouache sobre papel. 60 x 60 cm. 2022
El formato octogonal remite a la arquitectura sacra (capillas, baptisterios) o incluso a señales de advertencia (como una señal de “stop”). Aquí funciona como un dispositivo de contención para un mundo fragmentado. El suelo está compuesto por múltiples planos de color, como un mosaico roto o un mapa imposible. Es un territorio mental, afectivo o virtual.
PAJARO GUARANI. Gouache sobre madera. 60 x 60 cm. 2018
Un emisario entre mundos
El personaje parece venir de otra dimensión o estar a punto de desaparecer en ella. La máscara, el chaleco tejido, el fondo psicodélico: todo sugiere un ritual de tránsito, como si fuera un médium entre lo visible y lo invisible. Esta idea lo acerca al mito, al chamanismo, o a figuras del arte guaraní reinterpretadas desde una visión contemporánea.
RITUAL DEL RIO. Gouache sobre madera. 60 x 60 cm. 2024
Las ondas del agua no son representaciones naturalistas, sino patrones expresivos que sugieren vibración, resonancia, flujo de energía. Parecen casi una pintura de sonido. La figura está allí para escuchar, absorber o dialogar con esa memoria líquida. Es una médium, una testigo, una viajera temporal. El uso del color vibrante, casi alucinatorio, y la centralidad estática de la figura contrastan fuertemente: hay movimiento en el entorno, pero ella está en pausa. Esta tensión genera un efecto de visión detenida, de experiencia alterada de percepción, como si estuviéramos viendo un momento de revelación o de contacto espiritual.